«El premio es un honor, y un reconocimiento a mucha gente «

Hablamos con Pedro Quetglas, presidente de la Sociedad Colombófila Mensajera Inquense, la segunda sociedad deportiva más antigua de Inca (tras el Constància C.F.), nacida en 1924, y ahora galardonada con el Premi Dijous Bo a l’Esport.

¿Qué supone el premio para vosotros?
Es un gran reconocimiento al trabajo y la afición de mucha gente, que durante tantos años ha hecho una gran labor. Es un honor; a día de hoy somos 10 socios que seguimos compitiendo y en activo, pese a que en algunas épocas hemos llegado a ser 30. Entre todos tenemos alrededor de 1000 palomas, aunque algunos tienen hasta 200 y otros quizá 50.

¿Es muy difícil tener palomas mensajeras?
Depende del espacio del que dispongas. Las construcciones actuales no lo permiten, así que tienes que tener o una vivienda independiente o una casa en el campo. Además, los cuidados de las palomas de competición son exigentes, es comparable a un atleta de cualquier disciplina. Piensa, por ejemplo, que una paloma que compita en gran fondo tiene que recorrer 750 kilómetros de golpe, sin parar a descansar. Vuelan sobre el mar, además, así que saben que hay que hacerlo de una. Eso es muy exigente.

¿Qué tipos de competiciones hay?
Por un lado el gran fondo que antes te decía. Además, existen modalidades más explosivas, de por ejemplo 300 kilómetros, que se hacen en unas cuatro horas. Pero son palomas diferentes, claro. El entrenamiento se hace de forma progresiva, primero en solitario en casa, cada día. Luego sales una vez por semana, en un entrenamiento más serio, de quizá 15 kilómetros. Todo el año debe prepararse el físico, aumentando de manera gradual. También debe trabajarse el sentido de la orientación. Después ya entrenas con el grupo y viajas a Alcoy, a Ibiza, a Albacete, a Valdepeñas y finalmente a Castuera y Évora. Desde Castuera a mi casa la distancia es de 740 kilómetros, por ejemplo, y todo se mide con chips.

¿Se sabe cómo se orientan?
No hay una certeza absoluta. Hay quien dice que por el sol, pero también llegan cuando está nublado; otros hablan de campos magnéticos. Pero son muy seguras; hasta hace bien poco dependíamos del Ministerio de Defensa, que tenía derecho a requisar los animales en cualquier momento, por necesidades defensivas, que es para lo que se han empleado siempre.

¿Y sale a cuenta esta afición, o es cara?
El viaje de ida a una competición se hace en camión, en jaulas precintadas. Deben ir directamente a la Guardia Civil, donde certifican la suelta para que vuelvan a casa y se midan los tiempos con un chip. Todo eso se ha de pagar. Pero más o menos, si ganas unas cuatro competiciones ya cubres. Yo me encargo desde siempre de la cría de mis palomas, pero hay gente, por poner un caso extremo, que ha pagado hasta 20.000 euros por un ejemplar.

¿Y el secreto de tantos años de historia?
Nosotros pensamos que es algo que se lleva en la sangre, todos somos hijos de aficionados, es una tradición. La Sociedad nació en 1924, y ha pasado épocas muy difíciles, claro, como ahora con la crisis. Así que somos pocos, pero con mucha pasión. Yo gané mi primera competición a los nueve años, para que te hagas una idea. Es una herencia de mi padre. Entre nosotros nos apoyamos, proveemos de palomas al amigo interesado en comenzar, para que empiece a tener sus propios pichones.

¿Qué recomendación le daría a un nuevo aficionado?
En primer lugar, te deben gustar los animales. Quien comience debe tener claro que le ocupará dos horas diarias, que debe consultar a gente más experimentada y que no se debe desanimar. Hay que saber que un 20 % de los pichones de cada año se pierden por los halcones. Entre junio y septiembre, cuando crían, hay muchos ataques. Si quieren contactar con nosotros pueden hacerlo por mail (c.c.inquense@hotmail.es).

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